viernes, 18 de mayo de 2012

Bienvenidos

Bienvenidos a este blog nuestro que trata sobre diversos casos de pecados cometidos en la vida cotidiana de los hombres y mujeres de la Edad Moderna. El blog está estructurado para que quien esté interesado en, por ejemplo, la blasfemia solo tenga que clickear donde está. Ahí tiene todo lo relacionado con la blasfemia de nuestro trabajo e igual ocurre con los otros temas. Se ha decorado cada entrada con videos e imagenes sacados de la serie de animación Los Simpsons debido a que son sorprendentemente pecaminosos, Homer Simpson sobretodo, pese a ser ya de por sí herejes (son protestantes) y que sirven bien para ejemplarizar el tema.

Esperamos que aprendáis y disfrutéis con nuestro trabajo y el blog.

Presentación del blog en clase y breve resumen de su contenido:

jueves, 17 de mayo de 2012

La blasfemia


La mayor parte de los delitos son causa de la palabra desafortunada fruto de la ignorancia del pueblo. Fue esto lo que a partir de 1525 le dio mucho trabajo al Santo Oficio.

La actitud de los inquisidores hacia la blasfemia destilaba desprecio. De la Inquisición se conservan 594 casos en sus archivos que tratan de esta falta. En 1539 cuando el inquisidor Olivas visitó el señorío de Vizcaya trajo consigo 69 procesos de blasfemia, siendo de los mejores representados. Solo presenta la cuarta parte de las causas juzgadas por la Inquisición de Calahorra de 1556 a 1550 más que de otros delitos de desviación de la ortodoxia católica como el mahometanismo o la superstición entre otros, de los cuales llegan menos del 10%. La mayoría de los juzgados por el tribunal por blasfemar van de 1530 a 1550 con una ruptura en 1560 que llevó a la decadencia de los casos y de los procesos como si se considerasen un mal menor. A partir de 1560 se despachaba a los acusados pro esta mala práctica en cuestión de minutos siendo llamado el acusado, nombrando a los testigos que se hallaban en el lugar del delito y leyéndose la denuncia que uno de ellos había expuesto, mostrando al castigado en caso de que lo reconozca a que cumpla una penitencia y ore, recomendándole tener cuidado la próxima vez y con una multa económica acorde con los recursos del procesado. La mayoría de las veces se esperaba a que el acusado se denuncie así mismo. También hay procesos que duraron semanas y meses y otros que acabaron con ingresos en prisión. Pero la mayoría son breves.
La blasfemia también era un ritual en su empleo. Puede ser indicio de pertenencia a un grupo como es el caso de los nobles, siendo de los más habituales, hay que destacar el caso del Conde de Saldaña, condenado a pagar 12 ducados por renegar de Dios en varias ocasiones.  

También era una fórmula que se empleó en casos de jugar al dinero o en último lugar en casos de cólera o desesperación.
El blasfemo derribaba radicalmente todo un sistema del mundo situándose al lado de los enemigos de la fe y por ello se ve justificada la intervención de la Inquisición. La Inquisición tuvo que conquistar su jurisdicción. La medieval juzgaba a los blasfemos, pero al nueva intentó retomar el papel pero se llevaron quejas recomendándole actuar con los judaizantes y herejes, instrucciones limitativas del rey de las Cortes de Monzón, para que dejara los cosos de blasfemia en manos de los tribunales ordinarios. Pero a la Inquisición le correspondió la blasfemia herética, lo cual no supuso una distinción y en el siglo XVI juzgaba todo los casos sin preocuparse por los límites, tomándoselo como una actividad complementaria. Pero eso supuso que entrar en contacto con el Santo Oficio era una justicia tranquilizadora y familiar que a su vez se validó para conocer a los cristianos viejos.
Hay desproporción en la pena que impone la legislación civil: arrancar la lengua, azotes y destierro como a finales del siglo XV, prisión y látigo por decir que no creía en Dios, con el consiguiente horadamiento de la lengua o a las primeras reincidencias con condenas en las galeras en la década de los 60 del siglo XVI. Un mes de prisión a la primera nadería y si había suerte.
Después de 1560 las sentencias se agravan, llegándose a castigar algunos delitos de blasfemia con varios años en las galeras. Posiblemente movido por el influyo de la guerra que Felipe II estaba planificando en el Mediterráneo contra el enemigo turco-berberisco.
A principios del siglo XVII, la mitad de trece blasfemos de Sevilla abjuraron de levi, cosa rara antes de 1560, lo cual indica que los inquisidores se tomaban el asunto más en serio.
Pero también hay desproporción entre las penitencias que el Santo Oficio impone y la gravedad teológica de la blasfemia que es una injuria a la divinidad, ya que según Fray Luís de Granada en su Guía para pecadores tomó la blasfemia como el más grave de todos los delitos, viéndola como una infidelidad, agravada por el consentimiento de la voluntad y de la expresión en palabras.
Un ejemplo de proceso leve y grave:
El caso de Catalina Díaz es un ejemplo de caso leve. Era una vecina del pueblo de San Juan de los Caballeros, Toledo, que tenía 32 años. Se le sometió a un interrogatorio en él se le preguntó si era cristiana vieja y ante su afirmación se le pidió que orase para probar que así era y lo hizo correctamente. Al no tener costumbre de blasfemar y de declarar que todo fue fruto de la cólera y de su disculpa pidió penitencia, que le fue concedida debiendo escuchar misa rezada y recitar tres padresnuestros y tres avemarías en honor de la Santísima Trinidad.
No fue esa la suerte que corrió un tal Asiani de Olite, Navarra, al que la Inquisición condenó en 1573 a la abjuración de vehementi, a 50 ducados de multa y a 5 años de galeras. La causa fue renegar de Dios, decir que daba su ánima al diablo, que comparaba al inquisidor con los enemigos de la fe y que asemejaba los conventos a los burdeles.
                                  Hoy día, la blasfemia es algo extendido y permitido.